“Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo.”

El recordado Papa Emérito Benedicto XVI  dijo:
“El Sábado santo se caracteriza por un profundo silencio. Las iglesias están desnudas y no se celebra ninguna liturgia. Los creyentes, mientras aguardan el gran acontecimiento de la Resurrección, perseveran con María en la espera, rezando y meditando. En efecto, hace falta un día de silencio para meditar en la realidad de la vida humana, en las fuerzas del mal y en la gran fuerza del bien que brota de la pasión y de la resurrección del Señor.

Una gran variedad de elementos simbólicos expresan el paso de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida nueva en la Resurrección del Señor: el fuego, el cirio, el agua, el pan y el vino y la palabra.

La Vigilia Pascual consta de cuatro signos importantes:

  1. La luz
  2. La Palabra
  3. El agua
  4. La Eucaristía

En este día se da gran importancia a la participación en el sacramento de la Reconciliación, camino indispensable para purificar el corazón y prepararse para celebrar la Pascua íntimamente renovados. Al menos una vez al año necesitamos esta purificación interior, esta renovación de nosotros mismos”.

En la noche de este día, cambiamos el clima de silencio por uno de esperanza. Se espera la resurrección de Jesús y se lleva a cabo la principal celebración del año: la Vigilia Pascual. 

Un abrazo fraterno Equipo Directivo

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